No podemos sino congratularnos por la efervescencia que a todos los niveles está viviendo la cocina de autor en todo el mundo. Cada vez son más los chefs que con pasión investigan o reflexionan sobre ingredientes, conceptos, técnicas o ideas. Y el ritmo de creación también es tremendamente elevado, hasta el punto de que es difícil mantenerse a la estela de una vanguardia que parece estar siempre esprintando. Y no solo los grandes chefs aprietan el paso. Por detrás, un gran pelotón de cocineros también se muestra inquieto y cargado de ideas.
En este nuevo número, por ejemplo, contamos con la presencia de un gran y consolidado chef como es Josean Alija, pero también con un interesante artículo que ahonda en las posibilidades del helado con trehalosa a cargo de Jordi Guillem, un cocinero al que los focos no señalan tanto como merecería.
En definitiva, es mucha la información que la cocina está lanzando al mundo de forma continuada. Algo a priori muy positivo, pero que nos lleva a plantear cuestiones que no pueden dejarse de lado. ¿Puede absorber el sector toda esta efervescencia? ¿Con qué se está quedando realmente el profesional de la cocina? ¿De qué manera se puede optimizar todo cuanto pasa en el sector? ¿Cómo conseguir que un valioso hallazgo no quede enterrado entre otros muchos hallazgos? ¿Existe realmente un riesgo de sufrir sobredosis informativa?
Frente a estos retos, toca reivindicar el papel de la palabra escrita, de los libros y de los medios especializados, auténticas herramientas con la capacidad para ir más allá de la anécdota y centrarse en la divulgación técnica.